viernes, 8 de febrero de 2008
LA MUERTE DE LOS AMANTES
Tendremos lechos colmados de olores ligeros
divanes profundos como tumbas
y extrañas flores en los anaqueles,
abiertas para nosotros bajo los cielos más bellos.
Utilizando a porfía sus calores postreros
nuestros (dos) corazones serán dos vastas llamas,
que reflejarán sus dobles luces
en nuestros (dos) espíritus, esos espejos gemelos.
Una tarde hecha de rosa y de azul místico,
cambiaremos un rayo único,
como un largo sollozo, todo cargado de adioses;
y más tarde un ángel, entreabriendo las puertas,
vendrá a reanimar, fiel y gozoso,
los espejos turbios y las llamas muertas.
(Charles Baudelaire)
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